Pedir ayuda no es signo de debilidad, sino de valentía al reconocer que la necesitamos. Al compartir nuestras preocupaciones y cargas con otrxs, experimentamos un alivio emocional que nos libera de la sensación de estar solxs en nuestros desafíos.
Sentirnos livianxs nos permite abordar los problemas con mayor claridad y fortaleza.
Muchas personas a nuestro alrededor se pueden sentir halagadas con que compartamos nuestras preocupaciones o cargas, y eso es parte de tener una red de apoyo.
No siempre nos podrán solucionar; pero muchas veces nos podrán acompañar y eso es ganancia también.
Es por lo que, al pedir ayuda, abrimos la puerta a la posibilidad de sentir que pertenecemos a una comunidad de apoyo. Conectar con otras personas que nos entienden y nos respaldan nos brinda un sentido de pertenencia y nos fortalece en nuestra lucha contra la soledad y el aislamiento emocional, siendo un factor protector de padecimientos emocionales.
Otro de los beneficios es establecer conexiones genuinas con otras personas a nuestro alrededor. Al compartir nuestras vulnerabilidades y necesidades, creamos lazos de confianza y empatía que enriquecen nuestras relaciones y nos hacen sentir acompañadxs en nuestro viaje hacia el bienestar emocional.
Y estas personas pueden ser familiares, amigos, compañerxs de trabajo e incluso personas que nunca imaginamos que podrían estar ahí para nosotros.
¿Ser vulnerable me hace débil?
La respuesta corta y sencilla es: no. Es común asociar la vulnerabilidad con debilidad, pero en realidad es un acto de coraje y autenticidad, al reconocer quienes somos, de dónde venimos y lo que pensamos y sentimos.
Cuando pedimos ayuda somos vulnerables y ahí es donde podemos mostrarnos como lo que somos: humanos, y abrimos a la posibilidad de crecimiento personal y emocional.
¿Cómo pedir ayuda?
Pedir ayuda requiere inicialmente que seamos conscientes de que la necesitamos, entendiendo que podemos con todo quizás; pero que no podemos con todo al mismo tiempo.
Posterior a esto comunicar claramente tus necesidades, buscar apoyo en amigxs y seres queridos que son los recursos más cercanos, considerar la terapia psicológica si es necesario y recordar en todo momento que pedir ayuda es un acto de amor propio.
Hoy te aliento a re-evaluar el miedo a la vulnerabilidad y abrirte a pedir ayuda, teniendo en mente que esto es un paso indispensable para la buena salud mental y el autocuidado.
Buscar amigxs comprensivxs, acudir a un(a) psicólogx si es necesario y recordar que no estás solx en tus desafíos y que tampoco deberías de estarlo.
¡Vos merecés apoyo y cuidado en tu camino hacia una vida plena y emocionalmente saludable!
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