La ansiedad llega a mi vida sin previo aviso
Durante los últimos años se ha escuchado hablar mucho del tema de la ansiedad. Incluso algunas personas han catalogado esta condición y sensación como una moda, restándole validez a lo que realmente es y significa en la vida de una persona que la padece.
Si hoy mismo usted decide ingresar a Google y buscar qué es ansiedad, va a encontrar miles de entradas, en miles de sitios web describiendo qué es, cómo se diagnostica, estrategias para afrontarla e incluso técnicas aplicables para salir de los episodios ansiosos.
Pero ¿cuántas veces ha leído sobre la experiencia en sí de vivir una vida con ansiedad?

¿qué hubiera pasado si…?
Hoy me di la tarea de rebuscar en las múltiples historias que he conocido y decidí describir un poco lo que pasa y el día a día de una persona que padece de ansiedad. Y para que esto quede más claro, voy a hablar en primera persona.
“La ansiedad llega a mi vida sin previo aviso. En un día normal, tranquilo y que no representa mayor problema.
Simplemente llega. Y es ahí cuando me percibo en un momento agitado, con miles de pensamientos a la vez, recordando momentos que quizás pasaron hace tiempo pero que creo que en el futuro me pueden afectar.
Miles de preguntas vienen a mi mente, preguntas que honestamente no le encuentro respuestas.
Preguntas del futuro, preguntas de ¿qué hubiera pasado si…?, preguntas sobre ¿qué habrá pensado esa persona de mí?, preguntas sobre mí mismo y mi desempeño en cualquier cosa.
Simplemente miles de preguntas que salen de mi mente como disparadas por un cañón.
Esto ocurre no sólo en un día laboral regular, sino también en medio de la noche, bañándome o mientras estoy almorzando. Acompañado o solo. Simplemente no discrimina.
Y entonces ¿qué pasa? Bueno, generalmente mi estómago se ve afectado, en ocasiones me muerdo las uñas, como de más, duermo menos o no paro de mover mis piernas cuando estoy sentado, como si tuviera un resorte.
En algunos momentos he manifestado a personas que me encuentro sufriendo un momento ansioso, y no en todo momento, pero he recibido comentarios como “ay relájese”, “respire”, “haga ejercicio y verá cómo se le quita”.
Y genuinamente aprecio que al menos me digan algo, pero realmente no sirve de nada.
Y quizás se pregunte por qué no sirve de nada si al final es una recomendación. Y bueno es que, yo necesito ser validado. Cuando me siento ansioso, quiero que, aunque no entienda mis preocupaciones quien está a mi alrededor, me pueda decir que me entiende y no me haga sentir como que estoy loco o tengo un problema severo.
Claro, sé que el deporte y sé que comer bien, dormir bien, meditar y etc son cosas que ayudan. Pero realmente en ocasiones no tengo ni ganas de intentarlo o me siento tan agitado que no sé cómo empezar nada de eso.
Por eso, quizás le podría decir qué me ha funcionado cuando estoy ansioso.
- Que me escuchen sin interrupciones
- Que me validen lo que pienso y siento
- Que me hagan preguntas abiertas, de manera que yo pueda realmente reflexionar sobre el tema, sin necesariamente recibir un sermón o una respuesta como verdad absoluta
- Que me hagan reír
- Que me distraigan de ese episodio, y más si lo que tengo es un ataque de pánico
- A veces es bueno que me ayuden a respirar, sólo acompañándome a hacerlo
- Que estén. El simple hecho de saber que cuento con alguien, eso ayuda mucho.
No siempre voy a querer una respuesta a mis preguntas.
En ocasiones lo que realmente quiero y necesito es escucha, que me entiendan por lo que estoy pasando y que no me juzguen”.
La manera en que cada persona vive su ansiedad es distinta. No porque la ansiedad sea distinta, sino porque dependerá del contexto, personalidad y herramientas personales que cada persona tiene.
Es por lo que quienes estén afuera y pueden servir como red de apoyo sean cautelosos y cautelosas y aprendan a evitar minimizar aquellas cosas que realmente afectan a otras personas.
En estos tiempos, donde hay tanta incertidumbre y angustia, se puede ser luz y fuerza para otras personas. Esto no quiere decir que tiene que poner en su espalda cargas que no puede llevar, sólo significa que, si todos y todas tenemos este pensamiento, podemos crear una sociedad más humana, cálida y empática. Y por qué no, motivar a alguien a que busque ayuda profesional.
¡Así creceremos juntos!