En la niñez y Adolescencia

Durante la niñez y la adolescencia los temores son usuales, ya que es en estos momentos de vida en donde se construyen muchos aspectos básicos en la vida de un ser humano, tales como: autoestima, autoconcepto, lugar en el mundo y las cosas en las que se destaca.

Adicionalmente, es indispensable la validación del adulto hacia los miedos, ya que es justo en estos momentos en donde más requieren soporte, sensación de empoderamiento y seguridad en sí mismos, que pueden otorgar los adultos que son figuras principales en la vida del menor.

Como adultos, es usual encontrarse en una posición en donde no se comprende mucho de los miedos de ellos, de manera que se minimizan o se descartan porque son considerados como absurdos, innecesarios, exageraciones o incluso dramas de parte del niño o adolescente.

Sin embargo, es necesario identificar primeramente qué es un miedo para poder entender con claridad lo que pasa cuando este se presenta.

El miedo es una sensación de angustia provocada por la presencia de un peligro real o imaginario; que desde la percepción del otro es existente, y provoca un conjunto de emociones y sensaciones corporales que no son placenteras. Cabe destacar que no todos los miedos son negativos, ya que algunos activan procesos químicos en el cuerpo que permiten a la persona sobrevivir.

Es cuando un miedo se torna limitante que debe ser motivo de atención, los niños y adolescentes se podrían perder de grandes experiencias por no saber hacer una gestión correcta de esta emoción.

Durante el momento en que los niños o adolescentes están enfrentándose a su miedo, por lo general se encuentran visualizando el peor de los escenarios y tratando de resolver esto con las habilidades, estrategias y características de sus personalidades, dando paso así muchas veces a la evitación, ansiedad y retraimiento.

Algunos de los miedos presentes tanto en niños como en adolescentes pueden ser: miedo a fallar, a ser rechazado, a morir, a que alguno de sus padres muera, a intentar cosas nuevas, a que se burlen de él o de ella, a escoger una carrera profesional, a ser vistos en público, entre otros.

La labor del adulto es en primer momento validar, empatizar con lo que está ocurriendo, evitando juicios de valor y exponer de forma poco controlada o insegura al niño o adolescente, ya que esto puede ser contraproducente.

Se debe evitar a toda costa el reírse de los miedos o inseguridades, transmitir más miedo del que es necesario o incluso poner los miedos personales encima del menor de edad, por cuanto, aunque el miedo merezca un espacio y deba ser validado, en ocasiones se debe aprender a soltar y evitar que se incremente.

Entonces ¿qué pasa si mi hijo o mi hija tiene miedos?

Algunas recomendaciones para el abordaje de estas situaciones son:

  • Tratar de entender el miedo de su hijo o hija, incluso cuando usted mismo no lo entienda
  • Validar sus emociones, esto no quiere decir que se va a justificar sus acciones, mas sí podemos resaltar que es “normal” sentirse de esa manera y que se puede buscar una forma de estar mejor
  • Evitar compararle con algún par, ya que su situación, pensamientos y personalidad son totalmente distintos a cualquier otro
  • No tenerle miedo al equivocarse, su hijo o hija no desea un padre o madre perfectos; pero sí desea alguien que le enseñe cómo al equivocarse o tener miedo, se puede retomar y mejorar
  • Evitar sobreproteger, esto no quiere decir que no se va a atender sus necesidades. Sin embargo, los chicos y chicas pueden perfectamente tomar decisiones y asumir las consecuencias de ellas, así se refuerzan también sus capacidades

Cada niño, niña o adolescente va a su propio ritmo. Es importante recordar siempre esto, brindarle las herramientas emocionales y mentales que tenga al alcance para que él o ella se empodere y haga frente a sus temores, sin violentarle. Los niños y adolescentes pueden lograr grandes cosas cuando sienten que el adulto que más admiran cree en ellos.

De igual manera, hay que recordar que existen profesionales en salud mental que pueden aportar a la causa y generar un impacto positivo.

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