El 19 de abril del 2020, el sitio web Monumental.co.cr publicó un artículo en el que se destacaba el hecho de que la crisis mundial por el COVID-19 no fue un limitante para que más parejas decidieran finalizar con sus matrimonios.
En este artículo llamado Emergencia Nacional no frena divorcios: parejas siguen acudiendo a juzgados para separarse, expone que existen alrededor de 1160 de divorcios en promedio al mes, siendo la mayoría de estas solicitudes por mutuo acuerdo.
Cifras que asustan
Las cifras de divorcios que se viven en el país son alarmantes e invitan de inmediato a una reflexión sobre lo que está ocurriendo, las decisiones que se están tomando y, sobre todo, el análisis de cómo abordar estas situaciones si hay presencia de hijos. Ya que, dentro del rol de padres, es esencial dar un abordaje correcto para evitar confusiones o dificultades con el pasar del tiempo.
Es usual ver y escuchar en diferentes medios de comunicación, o incluso entre familiares y conocidos, múltiple información sobre las repercusiones negativas de la separación, y esto hace que en la mayoría de las ocasiones el adulto enfoque su atención en esto y no en lo que es verdaderamente importante: crear y mantener un ambiente amigable y armonio para sus hijos, sin importar la situación de los adultos.
Son los padres quienes se separan, esto quiere decir que es una decisión adulta, pensada y analizada. Por lo que los roles de padre y madre se mantienen, así como los de hijo o hija.
Los hijos son capaces de comprender la decisión de los padres cuando esta ha sido manifestada de forma concisa, clara y desde el lenguaje que ellos pueden comprender acorde a su edad. La adaptación es una de las características más fuertes que tienen los menores de edad, y aunque se puedan evidenciar secuelas de la separación como tristeza, confusión y miedo, la comunicación, el acercamiento y el enfoque en lo positivo siempre ayudan.
Por ello es indispensable que los adultos presentes en la ecuación puedan establecer de forma madura y objetiva toda la información que compartirán con sus hijos, de manera que el discurso que se emplee tenga sentido y un hilo conductor.
No es necesario que los hijos sepan más detalles de los necesarios, sin embargo, es importante que la información quede clara.
Dentro de este proceso es también relevante el recordar que ninguno de los adultos dejó su rol como padre o madre, tal y como se mencionó anteriormente, por lo que no es recomendable establecer bandos entre mamá o papá, o sus respectivas familias. Esto quiere decir que ninguno de los progenitores es mejor o peor ante el menor de edad, y que se evitarán comentarios que hagan que él o ella piense esto.
Es importante el mantener en todo momento una postura objetiva y carga de inteligencia emocional, haciendo que el menor no sea partícipe de posibles roces o discusiones entre los progenitores.
De aquí nace la importancia también de respetar los límites y reglas de cada progenitor, evitando así la descalificación en frente de los hijos. Y en dado caso en que no se esté de acuerdo, dedicar tiempo a conversar y buscar la conciliación, esto permitirá la toma de decisiones en conjunto que generará beneficio para el menor.
En todo escenario, cuando se trata de menores de edad, es importante mantener una estructura que les pueda generar a ellos una sensación de seguridad y estabilidad. Por esta razón es recomendable establecer días, horarios y responsabilidades para cada progenitor.
Esta estructura no es necesariamente inmodificable, sin embargo, permite a ambas partes desarrollar y rehacer su vida, recordar sus responsabilidades y a la vez, brinda efectos positivos en el menor, quien verá a sus padres trabajando en equipo.
Los errores que se cometan durante el proceso de divorcio van a afectar directamente a los hijos, quienes pueden ser testigos de momentos incómodos, dolorosos y que generen confusión. No obstante, es parte de ser un ser humano el equivocarse.
Ser capaz de reconocer que se pueden hacer las cosas mejor, y solicitar apoyo, puede ser una buena decisión durante este proceso. No en todos los escenarios es imperativo el trabajo con los hijos, en ocasiones son los padres quienes pueden requerir apoyo y eso no está mal.
¡Hágalo por usted, hágalo por sus hijos!